La región centroamericana se sitúa por debajo de la media global y muestra una preocupante carencia de avances necesarios para mejorar la calidad de vida de su población. Solo un país de la región mejoró en puntaje y otro mejoró su posición global. Esta información preocupante demuestra lo esencial de unir esfuerzos para mejorar el progreso social tanto del sector privado, como público y de las organizaciones de la sociedad civil.
Menos oportunidades, necesidades menos satisfechas y amenazas a las posibilidades de bienestar de la población son las amenazas que se ciernen sobre Centroamérica según los datos emanados del más reciente informe de Social Progress Imperative, organización que responsable del Índice de Progreso Social.
Según el informe 2024 de ese Índice, que se enfoca en aspectos no económicos del desempeño de cada país a nivel mundial, el promedio mundial ha descendido por primera vez desde que se inició la medición, tras una década de mejoras constantes.
El Índice, además, registró que 4 de cada 5 personas en el mundo viven en países en estancamiento o retroceso en progreso social y refleja la situación en Centroamérica. Mientras que Guatemala, El Salvador y Nicaragua retrocedieron en comparación con sus puntajes del año anterior, Panamá y Costa Rica presentan estancamiento. Únicamente Honduras leve avance.
En términos de clasificación global, Costa Rica destaca ocupando la posición 39 y liderando la región. Sin embargo, existe una gran disparidad, ya que el siguiente país de la región, El Salvador, se encuentra en la posición 98. A continuación, le siguen Honduras en el puesto 107 y Guatemala en el 114. Nicaragua ocupa la posición más baja en términos de progreso social, ubicándose en el lugar 115 de 170 países evaluados.
Para Roberto Artavia, presidente de VIVA Idea que forma parte del equipo de trabajo que creó el Índice hace más de una década, “el mensaje es que cada vez tenemos menos oportunidades de desarrollarnos plenamente como individuos”.
En ocasiones se mide la prosperidad de un país según su crecimiento económico, pero eso no muestra la realidad de su población. El promedio de la región en 2022 fue positivo, un 4,8%, y la CEPAL esperaba un crecimiento inferior en 2023 pero positivo y similar para 2024. Sin embargo, según dijo Roberto Artavia, “el crecimiento económico no se tradujo en mayor bienestar, convirtiéndonos en una de esas naciones en las que hay un desacople entre la prosperidad económica y la inversión y el gasto social”.
En los últimos trece años registrados por el Índice de Progreso Social, solo tres países centroamericanos se han movido en la clasificación global, y solo uno lo ha hecho de manera positiva. Costa Rica ha subido tres peldaños, mientras que Panamá ha caído 6 posiciones y El Salvador ha descendido 8.
El Índice define el “progreso social” como “la capacidad de una sociedad para cubrir las necesidades básicas de sus ciudadanos y crear las condiciones para que todos alcancen su pleno potencial”. Se contabilizan 57 indicadores de 12 componentes agrupados en tres grandes rubros: necesidades básicas, fundamentos para el bienestar y oportunidades.
Aunque a nivel global y regional se han registrado avances en ciertos indicadores de necesidades básicas, como agua y saneamiento, el rubro con peor desempeño es el de oportunidades, que incluye derechos y voz, libertad y elección, así como inclusión social y acceso a educación superior. Este último es donde Centroamérica registra los puntajes más bajos, tanto a nivel regional como mundial. Otro indicador preocupantemente bajo es el de la calidad ambiental.
La región se enfrenta a un desafío sin precedentes, que abarca tanto dimensiones sociales como ambientales. Por un lado, se observa la incapacidad de los gobiernos para traducir el crecimiento económico en progreso social, lo que ha contribuido a una crisis climática cada vez más grave, con proyecciones de empeorar en el futuro, y con implicaciones sociales y amenazas para los derechos humanos. Por otro lado, se evidencia un deterioro del contrato social.
Artavia también señala que este deterioro del contrato social debería preocupar a la región. “Los riesgos son claros, las áreas de prioridad también. Solo faltan líderes consecuentes que nos guíen hacia el objetivo común: la reconstrucción de nuestro contrato social”, explicó.
Con las elecciones nacionales cercanas en El Salvador y Panamá, surge la duda sobre el rumbo que tomará la región y en qué debería enfocarse. La voluntad, inversión e innovación son cruciales para enfrentar los desafíos actuales, y aquí es donde el sector productivo emerge como un actor clave junto al gobierno.
Para VIVA Idea la gestión del impacto en empresas sociales y en la consideración de la sostenibilidad como parte fundamental de la estrategia de las empresas tiene que generar mejores condiciones de vida, mientras otros actores también cumplen con sus promesas de buscar el progreso social de las comunidades, especialmente las más alejadas de los centros políticos y económicos de los países de la región.