Las mujeres indígenas tienen un papel esencial en la cultura, identidad y producción de las comunidades originarias de América Latina. En el Día Internacional de las Mujeres Indígenas hay que reconocer las dificultades que enfrentan en su vida cotidiana, así como también las oportunidades existentes en su entorno para salir adelante sin comprometer su cosmovisión de pueblo originario y ancestral.
Las mujeres indígenas tienen un papel esencial en la cultura, identidad y producción de las comunidades originarias de América Latina. En el Día Internacional de las Mujeres Indígenas hay que reconocer las dificultades que enfrentan en su vida cotidiana, así como también las oportunidades existentes en su entorno para salir adelante sin comprometer su cosmovisión de pueblo originario y ancestral.
VIVA Idea ha trabajado, por medio de la investigación y el impacto, con comunidades de fuerte presencia indígena en varios países como Bolivia, Argentina y Costa Rica, colaborando con la búsqueda de la identificación de las oportunidades que en ocasiones no son tan visibles pero que están presentes en las cercanías de las comunidades.
La Hilandería Warmi, en el norte de Argentina, es una empresa B-certificada, fundada en 2014, enfocada en la producción sustentable textil desde la recuperación de los saberes ancestrales de las comunidades Coya de la Puna.
El 95% de las llamas de Argentina se encuentran en la Puna, el 46% de las mujeres son responsables de la producción de ganado y el 70% de la Puna no puede satisfacer sus necesidades básicas.
Fernanda Achá, líder de emprendimiento de VIVA Idea, ha encontrado que uno de los problemas es “la interdependencia entre cadenas de valor productivas que requieren recursos naturales para su producción y la presión de los productores de primera milla de generar oportunidades que satisfagan sus necesidades básicas y mejoren su calidad de vida”.
En ese sentido, generar proyectos que incluyan las capacidades indígenas en mercados inclusivos, que logren colocar la producción con valor agregado de la región en diversos espacios nacionales o internacionales, es una de las maneras de, a partir de los recursos propios de la región, establecer mejoras en las condiciones de vida de las personas.
“Esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres indígenas que, usualmente, son líderes en sus comunidades y se preocupan tanto de la cohesión como comunidad como de su sustento diario”.
Para Felipe Symmes, investigador y encargado de Extensión Académica de VIVA Idea y profesor investigador de EGADE Business School, las comunidades indígenas, los mercados inclusivos pueden jugar un papel fundamental si logran relacionarse con los pueblos originarios de forma respetuosa, desde el entendimiento de las visiones y el valor que las mujeres indígenas le otorgan a su forma de producción.
“El precio que le damos a los bienes y servicios es la forma en que la sociedad ha creado para darle valor a lo que se produce. En ese sentido, si las comunidades indígenas encuentran la forma de relacionarse con los mercados de manera tal que su producción sea valorada, tanto por empresas comercializadoras como de la sociedad en general, habría allí una oportunidad muy valiosa para la búsqueda de mejoras en la calidad de vida de las mujeres indígenas, así como del progreso social en general de las regiones donde se encuentren”, aseguró el investigador.
La tesis doctoral de Felipe Symmes la realizó analizando la relación en el mercado del banano orgánico de comunidades indígenas de Talamanca, en Costa Rica, con empresas multinacionales que comercializan su producción.
“El centro de esa relación debe ser el respeto. El respeto a la cosmovisión indígena y a sus procesos, y el traslado de ese respeto al valor de las mercancías”, añadió Symmes.
Al mismo tiempo, en la comunidad internacional es imprescindible asegurar que sus diversas voces, representativas de una rica herencia cultural, sean escuchadas de manera destacada en todos los aspectos de sus vidas, desde el ámbito familiar hasta el político, social, económico y cultural.
Durante siglos, las mujeres indígenas han enfrentado violencia y discriminación, agravando aún más las desigualdades existentes en América Latina y el Caribe. Es crucial recordar que las mujeres, incluyendo las indígenas, conforman una mayoría significativa de la población.
La Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) emitió en 2022 la Recomendación General 39, centrada en los derechos de las mujeres y niñas indígenas. Esta recomendación es de cumplimiento obligatorio para los Estados parte de la CEDAW y enfatiza la necesidad de políticas integrales para proteger los derechos humanos de estas mujeres.
Es imperativo que los Estados implementen medidas para cumplir con sus compromisos, incorporando a las mujeres indígenas en sus planes de respuesta a la crisis y en políticas de desarrollo sostenible. Esto debe incluir su participación efectiva en la toma de decisiones a nivel local y nacional.
Se reconoce el papel crucial de las mujeres indígenas en la preservación de su cultura, lenguaje y tradiciones, así como su liderazgo en la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.
La discriminación contra las mujeres indígenas se refleja en el mercado laboral, en el acceso limitado al sistema de seguridad social o de salud, las altas tasas de analfabetismo, la falta de acceso a alimentación y agua, la falta de respeto a sus derechos culturales y la grave situación de pobreza y exclusión social que las afecta.
La solución no pasa por la formalización o la forzada inclusión a estilos de vida occidentales, sino a reconocer su propia autonomía y visión de mundo y a colaborar en su propio desarrollo para vivir en las mejores condiciones posibles dentro de sus propias formas organizativas de vida.
En América Latina el porcentaje de población indígena es de poco menos del 10%, aunque son el 30% de la población en pobreza. De los cerca de 60 millones de indígenas, casi la mitad son mujeres y niñas.